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Foto del escritorJuan Gimeno

Pescado azul y enfermedades cardíacas




Añadir al menos dos raciones de pescado azul a la dieta semanal puede ser una buena idea para las personas con enfermedades cardíacas.


Esta es la conclusión de un reciente estudio realizado en la Universidad McMaster, Hamilton, Ontario, Canadá, donde se analizó cuatro grandes estudios, que incluyeron 191,558 participantes de 58 países.


Los investigadores examinaron el consumo de pescado entre los participantes, así como las muertes y los principales eventos cardiovasculares, como ataque cardíaco, accidente cerebrovascular, insuficiencia cardíaca congestiva y muerte súbita.


Lo que encontraron en su análisis de los datos fue que en las personas con enfermedades cardiovasculares existentes, las que comían al menos 175 gramos (aproximadamente dos raciones) de pescado por semana tenían un menor riesgo de muerte y enfermedad cardiovascular importante. Sin embargo, entre las personas sin enfermedad cardiovascular existente, el consumo de pescado no parece conferir ningún beneficio.


Además, el tipo de pescado que tuvo el mayor beneficio fue el que contenía mayores cantidades de ácidos grasos omega-3. Los pescados grasos como el salmón, el atún, las sardinas y el bacalao son las mejores fuentes de ácidos grasos omega-3, que son un tipo de grasa insaturada. El arenque, la trucha de lago y la caballa también son buenas opciones


Los ácidos grasos omega-3 incluyen EPA (ácido eicosapentaenoico) y DHA (ácido docosahexaenoico) que pueden reducir la inflamación en todo el cuerpo y, por lo tanto, reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular en personas con alto riesgo.


Para aquellos que no disfrutan el sabor del pescado, ciertos alimentos vegetales también contienen un ácido graso omega-3 llamado ALA (ácido alfa-linolénico). Puedes encontrarlo en nueces, soja, semillas de chía, corazones de cáñamo, semillas de lino molidas y varios aceites como el aceite de linaza y el aceite de nuez.


Los cereales, la pasta, los lácteos y otros productos alimenticios están fortificados con ácidos grasos omega-3.


Con respecto a los suplementos de aceite de pescado, que a menudo se promocionan como una forma sencilla de complementar nuestra ingesta de ácidos grasos omega-3, la evidencia no es clara a la hora de afirmar si ayudan a las personas en riesgo de enfermedad cardiovascular. Los datos también son limitados para aquellos que no padecen enfermedades cardíacas.



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